“Esta noche te pedirán tu alma y lo que tienes preparado, ¿para quién será? Así es aquel que para si junta tesoros y no es rico para con Dios” (Lucas, 12:20-21) Así en la parábola del Maestro, termina el rico avariento su carrera de afortunado terrestre para iniciar la de espíritu indigente.
Por el relato evangélico, no tuvo él gran empeñó en adquirir las riquezas espirituales, dedicándose apenas a acumular tesoros en la tierra. Mucho mayor hubiera sido su responsabilidad si hubiese tenido alcance espiritual y hubiera valuado debidamente su posición de depositario de las riquezas de la iniquidad para alcanzar con ellas los tabernáculos eternos.
El no lo pensó, ni supo: severamente fué llamado a cuentas.Y nosotros que lo sabemos, y pensamos en eso continuamente, ¿qué cuentas seremos llamados a prestar? Sin duda mucho más severas. La divina bondad nos ampare para que a cualquier hora que nos “sea pedida el alma”, o nos veamos cara a cara con nuestra conciencia mas despierta, tengamos la serenidad del deber bien cumplido.
Psicografía: Edgard Armond - Espiritu: Bezerra de Menezes - Libro: Comentarios Evangelicos
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